Una prueba de embarazo se usa para saber si una mujer está o no embarazada. En la actualidad sabemos que estas pruebas detectan la concentración de la hormona hCG siendo esta la forma más rápida y precisa para saber si hay un bebé en camino ya que esta hormona es producida por la placenta justo a partir del momento en que el embrión se implanta en el endometrio, apareciendo casi de inmediato tanto en la sangre como en la orina. Las pruebas de embarazo en orina son muy cómodas para usarlas en cada aún cuando tu médico puede optar por usar orina o sangre, siendo posible en el último caso obtener un resultado «cuantitativo» de la cantidad de hCG circulando en la sangre. En cualquier caso ambos métodos son confiables y muy precisos.
Historia de las pruebas ¿Cómo empezaron los test de embarazo?
La historia de las pruebas de embarazo es muy interesante ya que está salpicada de mitos, historias e hipótesis «populares» y aunque las primeras pruebas de embarazo estaban basadas en presunciones erróneas o pseudo-científicas, ya desde la época del antiguo Egipto se sabía cuando comenzar a buscar el embarazo, considerándose que la hormona de una mujer era la mejor fuente de información para diagnosticar un embarazo.
Para ello los antiguos egipcios mezclaban la orina con varios granos y si estos germinaban el resultado era positivo; incluso dependiendo de cual grano germinaba se podía incluso determinar el sexo de la criatura, ¡una prueba dos en uno de embarazo y género! Por fortuna los Egipcios no se esforzaron en patentar esta técnica dado que al final los resultados no eran precisamente exactos.
La Edad Media trajo consigo técnicas aún más empíricas aunque la ciencia ya había avanzado un poco. Varios médicos habrían analizado (descrito) una muestra de orina luego de mezclarla con vino o alcohol para determinar si había un embarazo. Por supuesto que durante este período se creía que el cuerpo era dirigido por el equilibrio de cuatro humores (los fluidos que representan las «cuatro naturalezas») y no por las hormonas; por tanto la orina era estudiada de la misma manera en que se estudian las las hojas del té verde para predecir el futuro, es decir, basándose sólo en su apariencia y aún cuando se cuenta con descripciones muy detalladas de como debía lucir cada muestra de orina, ni siquiera durante el Renacimiento las pruebas de embarazo llegaron a ser muy confiables, de hecho un médico «confiable» se fiaría más de otros síntomas físicos de embarazo para aumentar la precisión del pronóstico.
Como cabe esperar, la la Era de la Razón trajo consigo un abordaje más racional y científico para detectar el embarazo pero aún cuando se avanzó mucho en el conocimiento de la fisiología del sistema reproductivo, faltaban aún uno o dos siglos para el descubrimiento de las hormonas que orquestan el proceso de la reproducción, aún así la ciencia desarrolló análisis cada vez más sofisticados para analizar los síntomas de embarazo toda vez que se alcanzaba una comprensión más clara del cuerpo tanto del hombre como de la mujer, sin embargo aún la pseudo-ciencia era la norma y a pesar de que los libros de anatomía era muy detallados y exactos, nada podía evitar el desarrollo de teorías y prácticas extrañas como por ejemplo, los médicos aún analizaban la orina pero esta vez buscando pistas del embarazo en los cambios de color, brillo o densidad; así como con su comportamiento al reaccionar con alcohol; en este punto se centraron en la presencia de bacterias o estructuras cristalina (vistas a través del microscopio). Así pues, no se dieron grandes pasos en la investigación sobre las pruebas de embarazo hasta el siglo XX; de hecho durante el siglo XIX los progresos más importantes fueron en salud prenatal, higiene, cuidados del embarazo y bienestar tanto reproductivo como de los niños.
Los test de embarazo modernos
Hace aproximadamente 100 años en la historia de las pruebas de embarazo se dieron los primeros grandes pasos para desarrollar las pruebas modernas de embarazo y aún cuando hoy hemos sido capaces de realizar un mapa completo del genoma humano, hace apenas un siglo los investigadores recién hacían un mapa de como trabajaban las hormonas durante las diferentes fases del ciclo menstrual de la mujer llevando finalmente al descubrimiento de la hCG cerca de 1.925; en ese año se descubrió la asociación entre los niveles elevados de dicha hormona y el embarazo lo cual dio finalmente a la ciencia un marcador confiable y medible que podía ser usado para realizar análisis.
Sin embargo, tal descubrimiento no fue una buena noticia para los bebés conejo, ratón ni rata ya que la hCG al ser inyectada en alguno de estos pequeños amigos causaría un gran número de efectos. Para un ratón o una rata joven, sexualmente inmaduros, la presencia de hCG podría «calentar las cosas». Más tarde los investigadores descubrieron que inyectar hCG a conejos, ratas y ranas podía inducir ovulación, por lo tanto podías inyectar una muestra de orina de una mujer a un conejo para saber si estaba embarazada, esto es lo que se conoce como las pruebas en conejos sobre las que te has estado preguntando. El problema de esta prueba es que el conejo debía sacrificar su vida en aras del resultado. Afortunadamente (en especial para los conejos) esta práctica no llegó a ser ni muy popular ni muy extendida, de hecho los resultados tampoco eran tan precisos como para justificar su uso; aún así en la cultura popular todavía se hace referencia a las pruebas de embarazo en conejos.
En algún momento a principios de la década de los 60 las nuevas investigaciones en cuanto a hormonas llevaron al desarrollo de nuevos y mejores métodos para saber si una mujer estaba encinta. Un precursor de nuestras modernas pruebas de embarazo aparecen cuando los investigadores usaron anticuerpos anti-hCG para facilitar la reacción diagnóstica y aún cuando este método dio mejores resultados, todavía existían algunos problemas tales como las reacciones cruzadas con medicamentos u otras hormonas (como la HL) lo cual generaba resultados falsos positivos o falsos negativos.
El problema con la HL (Hormona Luteinizante) es que suele estar presente en la orina de la mujer a lo largo de todo el ciclo menstrual, así sea en niveles muy reducidos, aún cuando durante la ovulación su cantidad aumenta notablemente, así las cosas, los falsos negativos fueron un problema frecuente durante este período.
A principios de los 70 una mujer podía tomar una muestra de orina en casa y llevarla al médico para que fuese analizada o incluso podía enviarla por correo a un laboratorio. A diferencia de nuestros días donde se puede realizar una prueba de embarazo fácil y sencilla, en esos tiempos un kit de detección temprana de embarazo estaba compuesto por soluciones, tubos de ensayo y varios otros elementos que podían ser utilizados solo por médicos u otros profesionales de la salud. Por supuesto que todo esto cambió cuando se lanzaron al mercado las primeras pruebas caseras de embarazo a finales de los 70; sin embargo la mujer aún debía mezclar su orina con soluciones usando tubos de ensayo haciendo que el procedimiento fuera algo complicado que requería varias horas para arrojar el resultado. En este punto la precisión todavía no era lo impresionante que es hoy y los resultados falsos negativos eran relativamente comunes.
A partir de ese momento se realizaron avances enormes en los 80 y 90 haciendo que pronto el «juego casero de química» pasase a la historia. Se desarrollaron pruebas de un sólo paso en las cuales el reactivo estaba contenido en una sola «tira» unida a un asa. La orina sería absorbida a través de la tira reactiva hasta los anticuerpos anti-hCG y a través de la línea control (línea de color) que aparecería si la prueba se realizaba correctamente. Una línea de color, un signo positivo o cualquier otro elemento en el área de la prueba indicaría un resultado positivo en aproximadamente 10 minutos. En este período también aumentó la sensibilidad de la prueba. No hace mucho los fabricantes recomendaban esperar hasta dos semanas después de una falta menstrual para comenzar a realizar las pruebas. El desarrollo de kits diagnósticos más sensibles disminuyó el tiempo de espera hasta unos días después de la fecha en que se esperaba la menstruación y en fecha más reciente algunos productos con muy alta sensibilidad son capaces de detectar un embarazo incluso antes de la primera falta (entre ocho y diez días después de la ovulación).
¿Cuándo puedo comenzar a realizar las pruebas?
En la actualidad hay disponibles una amplia gama de opciones; en este sentido las pruebas de embarazo digitales fueron la primera innovación del siglo XXI junto con las tiras reactivas en formato clínico, ambos métodos sumamente precisos y capaces de detectar precozmente un embarazo, siendo además bastante asequibles. Recientemente entró en el mercado Testembarazo.com consituyéndose rápidamente como líder en el segmento de ventas por internet de pruebas caseras de embarazo, siendo su objetivo ayudar a las mujeres a hacerse cargo de su fertilidad ofreciendo para ello una amplia gama de productos para el período previo a la concepción e información como la presentada en este artículo.
Si te gustó la historia de las pruebas de embarazo y quieres saber más información sobre ellas, visita nuestro artículo «Guía e informacion sobre las Pruebas de embarazo«.